Mis xv años no los festeje con mi familia y seres amados en un salón de fiestas, cómo inicialmente  se había  planeado dos años antes. Los estaba festejando en un cuarto del hospital La Raza con varios niños y niñas, 🧒 🧒 acababa de salir de terapia intensiva. En ese momento recibía el regalo más grande  e importante ¡LA VIDA!... Mentiría si te dijera que estaba feliz, recuerdo que sentía cansancio, estaba muy adolorida, quería dormir.

Mi segundo  regalo fue una hermosa muñeca con cabello rizado y ojos grandes, se llamaba Samantha el nombre estaba en su etiqueta. esa muñeca me la regalo mi tío y era la muñeca más hermosa que había visto y tenído. De hecho yo no era muy afecta a las muñecas pues me gustaba más jugar a la comidita, cocinar para mí era una actividad que disfrutaba hacer. 

Ese gusto para cocinar se los agradezco a mis abuelos.  Me gustaba ver a mi abuelo cuando preparaba los alimentos... Se tomaba su tiempo, lejos de aburrirme me tranquilizaba y me gustaba ayudarle. Mi abuelita (mamá Caty) cocinaba unos frijoles, huevos a la mexicana, atole de guayaba, sólo  por citar algo de lo mucho que preparaba, quiza sencillo pero, DELICIOSOS! Extraño esos sabores. 

Cuando llegué al hospital la comida que me daban no me gustaba, me sabía horrible. Me prometí  salir de ese lugar para poder comer en casa y disfrutar a mis abuelos. 

Ahí  me dí cuenta que la comida en mi vida jugaba un papel importante, pero no cualquier comida! No señores, la comida con sabor, olor, color, textura. Ahora comprendía que cocinar tenía su chiste al igual que el ejercicio, extrañaba mis clases de natación y gimnasia olimpica.

Al salir del hospital  fuimos a dar gracias a la Villa de Guadalupe  mi familia y yo.

Mi alimentación  a partir de la vivencia en el hospital fue cuidadosa, ahora agradecía una exquisita sopa  cocinada por mi abuelita o probar una comida para mí  exquisita en compañia de mi abuelo.

En la Secundaria  llevé el  taller de cocina los tres años, pero después de mi hospitalización  cocinar era una experiencia increíblemente relajante, disfrutable y satisfactoria.

En ese tiempo  no se hablaba de la importancia que tenía la alimentación, por lo menos no en mi entorno. 

Con el pasar de los meses  me dí cuenta que cumplía mi promesa, comía y hacía  ejercicio además de estudiar.

La alimentación y la actividad física se convirtieron en parte importante  en el transcurso de mi vida.

Después de cumplir 18 años seguía  con mis visitas al médico, pues me dijeron que  me mantendrían  en vigilancia... En cualquier momento podría regresar el cáncer. Prácticamente mientras viviera, no me iban a dar de alta.

En la Universidad  intenté fumar varias veces sin lograr el objetivo, tosía o me ahogaba. Era vergonzoso para mí.

Lo que sí hice,fue tomar alcohol pero en fiestas familiares de vez en cuando y  2 veces me emborrache, me da pena decirlo pero a partir  de esas dos veces, decidi no castigar a mi cuerpo con dolores de cabeza, o sensaciones desagradables.

Una vez más me daba cuenta que quería  estar bien con mi cuerpo .

Te comparto toda estas vivencias porque  a lo largo de mis procesos me han dicho: comer sano, hecer ejercicio ayuda a evitar enfermedades y claro que es cierto pero en ocasiones  no lo es todo. La genética, las emociones, el sueño, el entorno y la gestación,(esto último apenas lo escuché , no sé  que tan cierto sea)  juegan un papel importante para detonar enfermedades.

Cuando les comento  a los doctores que dejé  de ejercer  mi profesión para dedicarme a ser instructora de  pilates, aeróbicos y estar al tanto de mi alimentación, me comentan que  el cáncer es multifacorial.

 

 

Categorías: Adriana

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